miércoles, 23 de julio de 2014

Desde el mes de Febrero

Las bibliotecas son lugares extraños.
 Se llenan cada día de personas pero siempre están habitadas por miles de seres que no todos pueden ver.
Cada mañana, antes del amanecer, llega el señor con su bastón y sombrero da igual el tiempo que haga, trae su libro debajo del brazo aunque pasan los días y todavía no se le ha visto abrir. Unos minutos más tarde llega ese chico que siempre lleva mil papeles desordenados y cara de prisa, se sienta en su lugar y desperdiga sin orden todo sobre la mesa. La chica tímida, a las ocho en punto hace su entrada, se tapa la cara con los apuntes y dice en un tono casi inaudible, buenos días.A partir de ese momento, poco a poco, las mesas se van llenando a distinto ritmo, los sofás van acogiendo a los distintos paseantes, el silencio va cogiendo vida.  La luz se filtra por ventanales, llegando a deslumbrar a algún despistado, niños aparecen y llenan de ruido la estancia con sus murmullos gritones. Las horas pasan sin que dentro uno sea consciente de  ello.Los estudiantes se desesperan, los libros salen de su sitio, hay inicios y finales.
 Mientras, yo, desde ese rincón donde estoy colocado espero que alguien quiera conocerme, mostrarle mi mundo y salir de aquí a conocer el suyo. Tengo mil vidas pero para vivirlas alguien a de leerme. Yo soy simplemente un libro.