El vacío tiene una letanía curiosa, pide a gritos que lo llenes.
Empieza este nuevo mes, continuidad de días de rutina amoldados a un ritmo infernal. Y yo, con mi inteligencia habitual, no se me ocurre otra cosa que meterme en un curso intensivo sin acabar los exámenes.
Si es que soy masoca.
Mi cuerpo pide un urgente descanso y ya no sabe como decirlo.
Noches de insomnio, cabeza activa, preocupación, intentar llegar a los brazos de alguien y la distancia se multiplica en lineas telefónicas.
Noches estrelladas con sueños de arena y mar.
Desesperados intentos de desnudar el alma en hojas vacías.
Gritos de despedida, susurros de saludos.
Composiciones ilógicas a ritmo de sonetos.
Explosión de ideas en botellas de agua.
Preguntas sin respuesta y respuestas que son solo silencio.
No se que deparara el día de hoy, como saber que pasara mañana.
Ilusiones atrapadas en espejos.
Manos heridas de agarrarme a los bordes.
Demasiado tiempo estática.
Estallidos de energía a fuerza de poner música, que me obligue a despertarme.
Y furiosa por haber metido la pata hasta el fondo.
Cuando la cago la cago, a solventarlo.
